7.12.2006

La serenata de los rechazados

Ayer salió por la noche a tocar las puertas de otros desafortunados. Eran sus primos en destino, aquellos que al igual que él, fueron rechazados por la misma mujer. A muchos de ellos los despreciaba por varias razones: por esos defectos y falencias que ella supo ver (y que a su vez, se las había informado a él); y también, porque eran parte de su propio espejo, un espejo al que no quería mirarse.
Así fue que los juntó a todos y caminaron, admirados por los transeuntes, por el medio de la Avenida del Libertador. Mezcla de caballeros y bufones, marchaban con sus trajes apolillados, sus corbatas mal anudadas y zapatos de distinto color en cada pie. Pero, por primera vez en sus vidas, caminaban con una dignidad plena, visible en sus miradas y su andar. Aunque, por desgracia, poco les iba a durar, pues iban hacia la casa de su amada. ¿Y de qué dignidad se puede hablar, cuando se está en presencia del ser amado?
Y así, llegaron al frente de su hogar, y bajo su ventana, entonaron con sonora voz, su serenata. Era un canto lleno de odio, desprecio y sobre todo, amor. Cantaron, una vez más, y tal como habrían de hacerlo todas las noches hasta su muerte (¿o es que ya estaban muertos?), la serenata de los rechazados.

2 comentarios:

Carolina dijo...

Hey, gracias por pasar por mi blog! Me gustó el tuyo...está buena la profundidad, la oscuridad que hay en las cosas que escribís...
También pasé por el blog que dijiste y tenés razón...mi último post se parece a postsecret :)
Beijos!

Anónimo dijo...

cuanta verdad en tus dichos y con cuanta profundidad en sus bersos.afectuosamente

yo